Reporte Amoris Laetitia


La pastoral tal como estábamos acostumbrados a llevarla adelante, ha
sufrido el embate de los cambios sociales y culturales. Los jóvenes, en las
estructuras habituales, muchas veces no encuentran respuestas a sus
inquietudes, necesidades, problemáticas y heridas. La proliferación y
crecimiento de asociaciones y movimientos con características
predominantemente juveniles pueden ser interpretados como una acción
del Espíritu que abre caminos nuevos. Se hace necesario, sin embargo,
ahondar en la participación de estos en la pastoral de conjunto de la
Iglesia, así como en una mayor comunión entre ellos en una mejor
coordinación de la acción. Si bien no siempre es fácil abordar a los
jóvenes, se está creciendo en dos aspectos: la conciencia de que es toda
la comunidad la que los evangeliza y la urgencia de que ellos tengan un
protagonismo mayor en las propuestas pastorales, quiero destacar que los
mismos jóvenes son agentes de la pastoral juvenil, acompañados y
guiados, pero libres para encontrar caminos siempre nuevos con
creatividad y audacia. Por eso estaría de más que me detuviera aquí a
proponer alguna especie de manual de pastoral juvenil o una guía de
pastoral práctica. Se trata más bien de poner en juego la astucia, el ingenio
y el conocimiento que tienen los mismos jóvenes de la sensibilidad, el
lenguaje y las problemáticas de los demás jóvenes.
Ellos nos hacen ver la necesidad de asumir nuevos estilos y nuevas
estrategias. Por ejemplo, mientras los adultos suelen preocuparse por
tener todo planificado, con reuniones periódicas y horarios fijos, hoy la
mayoría de los jóvenes difícilmente se siente atraída por esos esquemas
pastorales. La pastoral juvenil necesita adquirir otra flexibilidad, y convocar
a los jóvenes a eventos, a acontecimientos que cada tanto les ofrezcan un
lugar donde no sólo reciban una formación, sino que también les permitan
compartir la vida, celebrar, cantar, escuchar testimonios reales. Muchos
jóvenes son capaces de aprender a gustar del silencio y de la intimidad
con Dios. También han crecido los grupos que se reúnen a adorar al
Santísimo o a orar con la Palabra de Dios. No hay que menospreciar a los
jóvenes como si fueran incapaces de abrirse a propuestas contemplativas.
Sólo hace falta encontrar los estilos y las modalidades adecuadas para
ayudarlos a iniciarse en esta experiencia de tan alto valor. Con respecto a
los ámbitos de culto y oración, «en diversos contextos los jóvenes católicos

piden propuestas de oración y momentos sacramentales que incluyan su
vida cotidiana en una liturgia fresca, auténtica y alegrar el encuentro
comunitario con el Dios vivo.

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